jueves, 9 de agosto de 2007

CULTURA POPULAR - CAPÍTULO II - PAPEL DE LA CULTURA

CAPÍTULO II.

PAPEL DE LA CULTURA EN EL DESARROLLO DE LA PERSONA INDIVIDUAL Y SUS ESTADOS DEL EGO.





Los miembros de la especie humana se convierten en “personas” después de años de un proceso que se denomina, por lo general, “educación”. Si el “animal humano” no se educa, o más aún, en el caso en que las crías de humano sufran abandono total, jamás se desarrollarán los estados del Yo neopsíquicos, como el “Padre” de los transaccionalistas (o superego, para los psicoanalistas) y el “Adulto” o ego. Al “Adulto” Eric Berne lo dividía en tres segmentos —análisis estructural de segundo orden—: llamaba “Ethos” al conjunto de principios heredados y aceptados como propios previo análisis conciente), el “Technos” (todo el cúmulo de información que la Cultura provee) y “Pathos”, que es la parte del adulto que genera los rasgos más apreciados en Sociedad: el “encanto”, “gracia”, “donaire” o “distinción”. Todo esto queda subdesarrollado si no hay estímulos e información apropiados y suficientes. La conducta será instintiva e intuitiva (todo ello integrado en los estratos más arcaicos del cerebro), pues no habrá modelos que imitar ni patrón cultural que seguir. Los primeros ejemplos de lo explicado que vendrán a la mente serán los de Tarzán — Edgard Rice Burroughs escribió la novela que cuenta la historia de un niño criado por grandes simios en África al morir sus padres en un accidente de aviación— y, en mucho menor grado, de Mogwli (personaje del Libro de la Selva de Rudyard Kipling, capaz de hablar con los animales). Ejemplos que no tienen nada de literario y que son casos extremos de lo aquí explicado aparecen de cuando en vez al revisar la Historia. Jorge Fondebrider ha escrito sobre los “niños salvajes” en su libro “Licantropía” (Argentina, Adriana Hidalgo Editora, 2004), mencionando casos emblemáticos, como el de Peter de Hanover (que quizá haya influido en Jonathan Swift y su obra “Los Viajes de Gulliver”), la “niña salvaje de Champagne” y, muy en especial el de Víctor, el “niño salvaje de Aveyron”: en este último caso nunca fue posible la socialización integral del niño, a pesar de todos los esfuerzos del doctor Jean Itard, quien se resistía a considerarlo “idiota”, como lo había dictaminado el eminente médico Philippe Pinel.
La estimulación temprana de los niños por lo general lleva a un avance rápido en el desarrollo de sus facultades intelectuales y motrices. Por el contrario, un cuidado displicente y la falta de atención, o el maltrato (a menudo por padres disfuncionales, con trastornos de personalidad o también abusados) bloquean el progreso intelectual (lo que llamaríamos el proceso de desarrollo del “Adulto”) o distorsiona gravemente la visión del mundo y del propio Yo, lo que generaría posturas existenciales paranoides (Yo estoy “bien”, Tú y Ellos están “mal”), depresivas (Yo estoy “mal, Tú y Ellos están “bien”) o, peor aún, nihilistas y destructivas (Yo estoy “mal”, Tú y Ellos también están “mal”). No es exagerado decir entonces que la psicosis, muchos casos de depresión endógena y el comportamiento antisocial (aún criminal) derivan de estas posturas tomadas a una edad tan tierna como antes de los ocho años, cuando el mundo es mágico y dicotómico (“malo” o “bueno”, “gusta” o “no gusta”, “quiero” o “no quiero”) y no hay capacidad de comprender ni la complejidad de un mundo exterior ante el que se siente indefenso, ni el por qué de lo que piensa y se siente (Inteligencia emocional).
Así, el niño humano recién nacido es arcilla en las manos de sus padres. El destino de ese bebé, desnudo, indefenso, completamente dependiente, dependerá del potencial de Él mismo (algo que solo está definido orgánicamente por sus genes hasta ese momento) y su circunstancia (lo que su familia haga por él), parafraseando una cita famosa de Ortega y Gasset. Factores genéticos, lesiones orgánicas, malformaciones y enfermedades congénitas son todas variables determinantes en el devenir de la “personalidad” (lo que individualiza a cada humano, volviéndolo único, irrepetible, persona, en una palabra). Los detalles relacionados con la evolución de la psique de estas personas con handicap o “discapacidad” física o mental (y el pronóstico para una inserción social exitosa) escapan al alcance de este ensayo y pertenecen al campo de la Medicina, la Psicología clínica y la Sociología. Nos ocuparemos, en cambio, de aquellas circunstancias (partiendo del nacimiento, más aún, del cómo fue engendrada esa vida y las condiciones en que se desarrolló el proceso de gestación) que, determinadas decisivamente por las emociones y conductas de sus padres (o de las personas que cumplen con esa función) deberían convertir a un lactante desvalido en un individuo autosuficiente que acepta y goza de vivir gregariamente, en sociedad con sus congéneres.

HASTA LA PRÓXIMA ENTREGA.

CULTURA POPULAR - CAPÍTULO I - DESMITIFICANDO EL CONCEPTO


CAPÍTULO I.
CULTURA:
DESMITIFICANDO EL CONCEPTO.


Museo de Arte Moderno de Münich, un día sábado, a las seis de la tarde, en punto. Un afamado artista plástico observa, mientras degusta una copita de Oporto, un óleo de Francis Bacon. Conversa por largo rato con el curador de la muestra pictórica mientras sacude la cabeza de lado a lado: no puede disimular su "disgusto" ante lo que le parece "una grotesco pero colorido ejemplo de sadismo". Secretamente está encantado de poder disentir —y expresarlo sin ambages— de la admiración que el cuadro genera en la mayoría de visitantes del Museo. Simultáneamente, pero a miles de kilómetros de distancia, la gente se apiña en el Multiplaza Mall de la ciudad de San Salvador, El Salvador, para asistir al desfile de modas organizado por una conocida boutique de la ciudad: va a exhibir su nueva línea de prendas íntimas. Bellas edecanes reparten bebidas ligeras de cortesía a los asistentes.
Situaciones disímiles, escenarios muy diferentes. La gente acude a los eventos con genuino interés o decide ignorarlos, por diversas razones. Los que acuden observan, hacen corrillos, comentan entre sí, critican o alaban la organización, el montaje, la iluminación... No son indiferentes al goce estético que sienten o dejan de sentir. Pero sobre todo, de un modo u otro, disfrutan. Estructuran su tiempo y se sienten felices por ello, pues evitan el aburrimiento de estar aislados o enfrascados en la rutina de sus actividades cotidianas. Quizá la introspección asusta a muchos de ellos, así que distraer la atención hacia algo externo que estimule sus sentidos los aleje del mal hábito de reflexionar. El sentirse en consonancia o en oposición a los puntos de vista ajenos les confirmaría en su posición existencial mientras el tiempo transcurre con rapidez. Al final podrán decir: "¡Qué bien la hemos pasado!". El artista plástico comerá, al paso, antes de llegar a casa, un baguette de salmón con queso de cabra y beberá té importado de Assam. Los asistentes al desfile aplacarán su apetito con una exquisita hamburguesa con queso, papas "a la francesa", ketchup y Coca-Cola Light.
Eso es cultura. Cada persona dispone de un bagaje propio, único, irrepetible, de conceptos, vivencias, expectativas, aspiraciones... y, por supuesto, conductas: su patrón cultural. Las conductas aparecen cuando el sujeto reacciona al mundo exterior o a los diálogos internos de sus estados del ego. Cada persona responde según aprendió a hacerlo en su más tierna infancia y durante los llamados "años plásticos" de la edad escolar. Sin sobrepasar lo que universalmente se considera ético —si fuera posible tal homogeneidad de criterio— no puede ni debe hacerse juicios comparativos de valor con respecto a las conductas de las personas o los pueblos, en la medida que son respuestas más o menos estereotipadas pero socialmente aceptadas para su propio entorno social, para su cultura. Es decir, no habría culturas superiores a otras.
Debe considerarse también que cada actitud y conducta deberán ser valoradas según la situación particular (contexto) en que se expresen. El patrón cultural consiente cualquier manifestación ("memo" dirían los cibernautas, tan amantes de los neologismos) si ésta es apropiada o pertinente según los criterios dictados por "las buenas costumbres". Llorar en las bodas es tolerado y hasta visto con simpatía en casi todos los grupos sociales, pero si alguien lanza una carcajada durante los oficios religiosos será severamente reprendido por el grupo, sino expulsado del evento en cualquier sitio (a menos que su líder espiritual lo haga primero). En Suabia se acostumbra quebrar platos de loza para estas circunstancias solemnes, algo que sería considerado excéntrico en las regiones rurales de Centro América.
¿Quién define a "las buenas costumbres", cuya observancia discrimina entre las personas "educadas y cultas" de los "bárbaras e incultas"? Independientemente de la locación geográfica y del grupo étnico que se estudie, las normas son definidas por algo que la conciencia colectiva respeta: la Tradición. Las cosas siempre se han hecho de una manera y no de otra, siempre ha sido así. La tradición es incuestionable —por lo menos entre los bien adaptados— porque es fijada en la psique en una época prelógica: el niño obedece sin razonar, no pregunta el por qué hasta alcanzar cierta edad y, llegado ese momento, por lo general la respuesta que recibe es poco ilustrativa: "porque sí", "porque no", "siempre ha sido así". De este modo, la cultura —el patrón— queda insertado en la corteza cerebral como una marca indeleble que llega a creerse sagrada y se defiende, a veces, con la propia vida.
La tradición es importante porque está basada en los "valores" (conceptos que se consideran sagrados) y es dictada por los mayores, que se supone son más sabios y competentes. Se enseña de padres y madres (o sus sustitutos) a hijos e hijas del mismo modo que los progenitores legan sus genes en herencia. Es vinculante entre los miembros de un grupo que comparten el mismo ethos, y básica para mantener la cohesión y, por tanto, la misma supervivencia del grupo, familia, clan, estamento, sociedad o nación. El estado del ego "Padre" (término transaccional relacionado con pero no sustituible por el "Superego" de los psicoanalistas) define de antemano las conductas propias e impropias, lo cual facilita el accionar del individuo en su grupo porque le simplifica la tarea de discriminar entre lo "correcto" y lo "incorrecto", lo "bueno" de lo "malo". Solo si el "Padre" interior de cada persona da el "permiso" específico, se podrá actuar de una manera egosintónica: la desobediencia lleva a la reprensión —en público o privada, íntima— que genera, a su vez, culpa y miedo (al rechazo, a "estar mal"), auténticos motores de la obediencia y sumisión a la autoridad.
Como los patrones culturales son distintos para cada región, grupo étnico, credo o condición social, las diferencias llevan siempre a hacer odiosas comparaciones. Como cada quien cree que su cultura representa la manera adecuada de vivir (o de morir) y esto es reforzado por el grupo con el que se siente identificado, se tiende a descontar las tradiciones ajenas, vistas como impropias y, como mínimo "exóticas". Al ignorarse —muchas veces a propósito y con malicia— el sistema de valores subyacente a los rituales y comportamientos de otros grupos humanos, se reacciona con irrespeto, de un modo que puede ser trivial —como una sonrisa desdeñosa— o trágico, como nos lo recuerdan los campos de concentración y exterminio de todas las épocas. Trabajar en sábado podría ser obligatorio en una oficina postal de Oklahoma City, pero sería terriblemente criticado por los hebreos fundamentalistas en Jerusalem. Si se es judío ashkenazi y se trabaja en la Oficina Postal de Oklahoma City la situación se vuelve un poco más compleja, pero no irresoluble.
Ninguna cultura es superior a otra, en términos estrictos. Los pueblos del centro y norte de Europa gozan de prestigio por la antigüedad de sus instituciones, el desarrollo tecnológico alcanzado, su madurez política, riqueza, talento artístico... por su "cultura", en una palabra. Aún en la edad de piedra, los indígenas yanomame (de los que quedan menos de 30,000) del Amazonas llevan existencias pacíficas basadas en el principio de la subsistencia y en total armonía con su ecosistema. Ajenos a las veleidades del estilo de vida llamado "occidental", se les considera el grupo humano más primitivo existente. Conservan su cultura en un estado de pureza casi total. Desconocen la rueda y su sistema numérico consiste en tres guarismos: "uno", "dos" y "más de dos". Entierran a sus muertos, practican la endogamia (como siempre ha ocurrido en las casas reales de Europa) y mantienen alianza y relaciones comerciales con los grupos indígenas vecinos (de manera más eficiente que en la Comunidad Económica Europea). Su arte, más utilitario que artístico, carece de pretensiones. Da la impresión que la frugalidad, honestidad, sencillez y espíritu de colaboración de los yanomame no deberían estar en desventaja de frente a la glotonería, doblez, complejidad y espíritu de competencia que a menudo se adivinan en el comportamiento de sus congéneres más "civilizados", "cultos" y "desarrollados". Ninguna cultura es mejor que otra. Son sencillamente diferentes entre sí. Nadie debería ya ser capaz de llamar —a la usanza de los antiguos griegos y romanos— "bárbaros" a sus congéneres de cualquier parte de este planeta Tierra que se empequeñece rápidamente, a medida que la tecnología nos acerca unos a otros —para bien o para mal de unos y otros— a una velocidad de vértigo.

HASTA LA PRÓXIMA ENTREGA...

ENSAYO SOBRE LA CULTURA POPULAR - INTRODUCCIÓN








DE LA CULTURA POPULAR CONTEMPORÁNEA.

INTRODUCCIÓN.


DE LOS ORÍGENES DE LA CULTURA.


Doy inicio a este ensayo —he querido revestir a este artículo de algún grado de rigor académico— con un objetivo específico: Pretendo describir algunos de los elementos más sobresalientes del quehacer humano contemporáneo —en especial del quehacer lúdico— y, enarbolando estos paradigmas, buscar su raíz nutricia en la estructura única de la personalidad de cada hombre, mujer o niño. Casi podría afirmar -mi formación médica me compele a hacerlo- que tales elementos podrían ser reducidos a la categoría de signos y síntomas que, al ser valorados más allá de su aparente superficialidad y condición pop o light, revelan un universo interior de necesidades no satisfechas, un hambre de estímulo y de estructura, parafraseando a los transaccionalistas de Berkeley.

Es cultura todo lo que el ser humano elabora. El verbo “hacer” ha sido sustituido por “elaborar” por una razón sencilla: no toda conducta es cultural y el primer verbo es inadecuado para marcar tal diferencia. Esta distinción no es tan solo semántica: cuando el primer homínido primitivo bípedo alzó una rama de árbol frente a alguno de sus tantos depredadores, el uso de la “herramienta” es más acto instintivo de defensa integrado a nivel límbico que una verdadera elaboración neopsíquica. Cuando nuestro ancestro alcanzó el nivel de abstracción mental suficiente como para aguzar la punta de la rama y hacer uso más eficiente del recurso natural, allí la conducta se vuelve cultura, que también puede aprenderse y transmitirse a los descendientes (de modo tan eficaz como el de los genes en virtud de las leyes de la herencia mendeliana). En esta línea de pensamiento, se entiende también que hay gran diferencia entre esconder el cuerpo tras una roca para huir del enemigo y construir un muro de piedras para parapetarse allí y defenderse de mejor modo. Así, dado un nivel de evolución orgánica (no dispongo de términos más adecuados al momento) suficiente del sistema nervioso central, sería la interrelación entre esa red neuronal compleja —en virtud a los órganos sensoriales— y los estímulos aparentemente infinitos de un universo por descubrir, el motor creador de lo que ahora llamamos cultura. En lenguaje simple: dadme un cerebro con neocórtex y moveré al mundo.

Desde el descubrimiento del fuego hasta la invención de la bomba atómica y la decodificación del genoma humano han transcurrido milenios. La evolución del hombre como creador de herramientas y manipulador de entornos ha progresado con ritmo frenético en el último par de siglos, pero ese crecimiento exponencial no ha sido la regla para todas las formas del quehacer cultural. Algunos intelectuales, en arranques de pesimismo comprensibles pero en modo alguno justificables, han llegado incluso a anunciar la muerte de la filosofía y la literatura, disciplinas quizá obsoletas en un mundo que, a partir de las crisis existenciales derivadas de la postguerra mundial, pareciese haber sido remodelado alrededor de un concepto central: el disfrute sensorial a toda costa, como una meta en sí misma, como adicción.

Sería ingenuo creer que la búsqueda del placer no haya sido, a lo largo de toda la historia de la Humanidad, el motor fundamental de toda actividad. Quizá toda actividad humana haya sido diseñada, a fin de cuentas, para volver menos ardua la existencia, para ahorrar energía, reducir el sufrimiento, abrir espacios para el disfrute, construir un sistema que garantice una supervivencia larga y en especial, confortable. La búsqueda del goce colectivo, al alcance de todos, sería entonces el principio moral básico, la regla de oro (¿pan y circo?). El arte mismo, en todas sus formas, termómetro de la vida cultural de las naciones, es suntuario y lúdico en sí mismo y por definición, pues no sirve a fines utilitarios. La misma representación visual, una pintura al óleo, por ejemplo, es una obra de arte si contemplamos el cuadro original —valorado quizá en millones— en algún museo, pero no es más que un producto comercial —un poster— si se reproduce masivamente sobre papel por unos centavos, para decorar las paredes vacías de alguna oficina.

¿Pueden equipararse “felicidad” y “placer”? ¿Se es feliz cuando la sumatoria de eventos placenteros excede, en un intervalo de tiempo determinado, a la cuota de aburrimiento y pena que todo ser humano enfrenta cotidianamente? El placer es una realidad fisiológica, la respuesta cerebral a ciertos estímulos que cada individuo percibe como agradables, una respuesta no cortical sino límbica, instintiva y no volitiva, pues se integra en las estructuras encefálicas más antiguas. En ese sentido, la vivencia de lo placentero es idéntica a la de cualquier animal de experimentación que recibe comida o caricias al ejecutar correctamente ciertas secuencias de comandos. La “felicidad” es más bien una abstracción, una postura existencial más o menos estable que surge a nivel de la corteza cerebral, es una elaboración del intelecto.
  • A lo largo de este ensayo se hará consideraciones sobre los siguientes tópicos, sin pretender ser exhaustivos:
  • Concepto de "cultura".
  • Papel de la cultura en el desarrollo de la persona individual y sus estados del ego.
  • Hambre de estímulo y cultura.
  • La cultura como promotora de argumentos de vida.
  • Papel de la cultura en el desarrollo de la identidad nacional y/o regional.
  • Manifestaciones culturales: de la abstracción pura a la percepción sensorial.
  • La cultura en un mundo global y cibernético.
  • ¿Pueden hacerse juicios de valor sobre las diferentes manifestaciones culturales?
  • ¿Existe una cultura "popular" en contraposición a una cultura "clásica"?
  • La cultura contemporánea occidental como forma de evasión: la fundación de estilos alternativos de vida.
  • Elucubraciones finales.
Hasta muy pronto.
HVA

miércoles, 8 de agosto de 2007

UNA LECCIÓN DE HUMILDAD

HE CONOCIDO A ROBERTO HUEZO LAÍNEZ. ÉL ME CONVENCIÓ DE ALGO QUE HABÍA JURADO NO HACER: REVISAR EL MATERIAL DE MI NOVELA "LA ÚLTIMA VUELTA DE TUERCA".
HAY UNA RAZÓN PODEROSA: NO TENGO PRISA. ESTA ES LA PARTE EN DONDE EL HOMBRE DE CIENCIA Y EL ASPIRANTE A ARTISTA SE ENFRENTAN. EL MÉDICO QUIERE TODO RÁPIDO Y PERFECTO, DATOS PRECISOS PARA TRABAJAR CON ELLOS. EL ESCRITOR EN DESARROLLO PIDE TIEMPO, NO ACEPTA ESQUEMAS RÍGIDOS A LA HORA DE CREAR, NI HORARIOS. LA OBSESIÓN POR LO PERFECTO PREOCUPA A MIS DOS ESTADOS DEL YO. PERO CADA OBRA TIENE UN CICLO PROPIO Y, PARA MI YO ARTÍSTICO, EL TRABAJO NO HA TERMINADO.
QUIZÁ SEA EL ENCANTO DEL TRABAJO EDITORIAL DE ROBERTO EL QUE ME HA CAUTIVADO Y DEVUELTO LA PACIENCIA DE SENTARME A REVISAR EL TEXTO. ES MARAVILLOSO DARSE CUENTA QUE UNA PERSONA DE TAN ALTAS PRENDAS INTELECTUALES Y TAN BUEN CORAZÓN DEDIQUE TANTO TIEMPO A ESCRUTAR (Y EN PALABRAS SUYAS) A DISFRUTAR EL TEXTO DE LA NOVELA. CADA SEMANA DESAYUNAMOS (YANI, MI ESPOSA APORTA TAMBIÉN IDEAS) Y TRABAJAMOS EN EL MATERIAL, TODO CON LA IDEA DE EMBELLECER EL LIBRO Y VOLVER MÁS GRATA SU LECTURA.
VAMOS A MITAD DE CAMINO. ESTIMO QUE A FIN DE AÑO NUESTRO TRABAJO (LÍNEA POR LÍNEA) ESTARÁ LISTO.
ASÍ, ESPERO QUE ESTA EXPERIENCIA (QUE PARA ROBERTO TIENE TAMBIÉN EL ATRACTIVO DE LA NOVEDAD) SEA CONSTRUCTIVA PARA MÍ Y MIS FUTUROS LECTORES.

lunes, 28 de mayo de 2007

LA ÚLTIMA VUELTA DE TUERCA

HOY, 28 DE MAYO DEL AÑO 2007, HE IMPRESO LA VERSIÓN FINAL DE "LA ÚLTIMA VUELTA DE TUERCA", MI SEGUNDA NOVELA.
A PESAR QUE HAY UNA IMPORTANTE EDITORIAL INTERESADA EN SU PUBLICACIÓN, NO ME SIENTO DISPUESTO A REESCRIBIR EL TEXTO SI SE ME SOLICITA COMO REQUISITO. YA HE HECHO AJUSTES QUE ME HAN PARECIDO INTELIGENTES, SUGERIDOS POR LA CASA EDITORIAL, PERO NO HARÉ MÁS CAMBIOS A ESTA VERSIÓN, QUE CONSIDERO DEFINITIVA.
ESTO QUIERE DECIR QUE ME SIENTO TENTADO (OTRA VEZ) A AUTOPUBLICAR. QUIERO HACER UNAS CUANTAS CONSIDERACIONES AL RESPECTO.
EN UN PAÍS SIN EDITORIALES, EL ARTE LITERARIO BUSCA SALIR A LA LUZ DE DIVERSOS MODOS... A VECES NO CONVENCIONALES. ESTO HA SIDO UNA DOLENCIA CRÓNICA EN NUESTRO MEDIO. AUTOPUBLIQUÉ MI PRIMERA NOVELA ("EN EL NOMBRE DE DAVID") SIN SIQUIERA PONERLA A CONSIDERACIÓN DE NINGUNA EDITORIAL: QUIZÁ PORQUE EN EL FONDO SIEMPRE CREÍ QUE ESCRIBÍA SOLO PARA MIS AMIGOS. ME SIENTO COMPLACIDO (EN PARTE) POR EL ÉXITO RELATIVO QUE HA LOGRADO EN DIFERENTES NIVELES DE LA SOCIEDAD SALVADOREÑA. HAY ESCRITORES Y CRÍTICOS NACIONALES DE ALTOS QUILATES COMO GEOVANI GALEAS, RICARDO LINDO Y EL DR. WALDO CHAVEZ V. (Q.D.D.G.), QUE ME HAN TESTIMONIADO SU ADMIRACIÓN POR EL TRABAJO REALIZADO EN SOLITARIO A LO LARGO DE MUCHOS MESES. UNA SEGUNDA EDICIÓN ELECTRÓNICA, TRABAJADA POR UN AÑO CON EL GRUPO EDITORIAL ARTNOVELA DE ARGENTINA PERMITIÓ QUE LA SEGUNDA EDICIÓN VIESE LA LUZ EN FORMATO ELECTRÓNICO (COLECCIÓN "ARTE Y PARTE", ARTNOVELA, BUENOS AIRES).
HE LEÍDO MUCHOS LIBROS EN MI VIDA, RESPALDADOS POR SELLOS EDITORIALES DE GRAN PRESTIGIO. ALGUNOS DE ELLOS SON BASURA, EN TODO EL PEYORATIVO SENTIDO DE LA PALABRA... PERO EL ESPALDARAZO DE ALGÚN EDITOR COMPROMETIDO LES HA LLEVADO A UNA CATEGORÍA QUE PARECE CELESTIAL: "LIBRO EDITADO" (ENTIÉNDASE, PRODUCTO COMERCIAL DE CONSUMO MASIVO). DEBE QUEDAR CLARO QUE EL PRINCIPAL OBJETIVO DE TODA EDITORIAL ES GANAR DINERO, DAR AL CONSUMIDOR LO QUE QUIERE: LECTURA LIGHT DESECHABLE, SIN PRETENSIONES ARTÍSTICAS.
PREGUNTO A AQUELLOS QUE RECHAZAN DE PLANO TODO TEXTO QUE NO LLEVE SELLO EDITORIAL:
¿SE HAN TOMADO LA MOLESTIA DE LEER LOS LIBROS EN CUESTIÓN, LOS TEXTOS BASTARDOS DE LA CLASE LITERARIA? ¿O SIGUEN BASÁNDOSE EN EL CRITERIO DE AUTORIDAD DE PERSONAS CON "EXPERIENCIA EDITORIAL"? ¿HASTA CUÁNDO SE PODRÁ COMPRENDER QUE NO PUEDE SER CRITICADO LO QUE NO SE CONOCE? SE EXIGEN FILTROS DE CALIDAD... EL MEJOR FILTRO DE CALIDAD ES EL LECTOR MISMO, QUIEN APARTA UN TEXTO, ASQUEADO, O LO ATESORA CONTRA SU PECHO, LLENO DE EMOCIÓN. ESTOS CRÍTICOS REDUCEN RIDÍCULAMENTE LA DEFINICIÓN DE "ESCRITOR" A ALGO COMO "PERSONA QUE ESCRIBE Y ES PUBLICADO POR CASAS EDITORIALES". SEGÚN ESTE CONCEPTO, NI KAFKA, NI DOSTOIEVSKI (POR EJEMPLO) NI MUCHOS DE LOS LITERATOS SALVADOREÑOS DE MAYOR RENOMBRE ALCANZARÍAN LA CATEGORÍA DE "ESCRITORES".
OTROS ESCRITORES "PSEUDOPUBLICAN", PUES SIMPLEMENTE ENVÍAN A IMPRESIÓN SUS TRABAJOS COLOCÁNDO LOGOS DE EDITORIALES FANTASMA IMPOSIBLES DE RASTREAR SI SE QUIERE CONTACTAR CON ELLAS. NO CREO QUE ESTA PRÁCTICA SEA LÍCITA Y DEBERÍA SER OBJETO DE REPROCHE POR PARTE DE LOS COLEGAS LITERATOS QUE TIENEN EL CORAJE DE ENFRENTAR AL MONSTRUO EDITORIAL O, SIMPLE Y LLANAMENTE, DAR UN RODEO Y AUTOPUBLICAR SIN SUBTERFUGIOS.
NO DEBE TIRARSE (A PRIORI, AL MENOS) AL CAJÓN DE SASTRE QUE LLEVA EL RÓTULO DE "AUTOPUBLICACIÓN: MATERIAL DE SEGUNDA CATEGORÍA" A TODOS LOS TRABAJOS LITERARIOS. TOMARSE EL TRABAJO DE LEERLOS ES LO QUE CUENTA.
HASTA MI PRÓXIMA ENTREGA...
HUGO VILLARROEL ÁBREGO.