sábado, 9 de junio de 2012


¿Preparados para perdonar?




Editorial publicado en la Sección Opinión, página 25 de la edición del día sábado 9 de 
junio del año 2012.

http://www.laprensagrafica.com/opinion/editorial/267203-ipreparados-para-perdonar.html





Castigar es humano, perdonar es divino, argumento suficiente para frenar, aunque de modo efímero, el ímpetu asesino de Amon Goeth, el nazi que hacía de la matanza al azar en los campos de concentración un deporte cotidiano. Si perdonar fuera fácil, aún las ofensas mínimas, poner la otra mejilla y orar por los que nos persiguen y lastiman serían actos automáticos y no pura palabrería. Los límites del ego hacen durísima la faena y la cultura del desquite impregna nuestro vivir desde la infancia. En cambio, ofreciendo bien por mal, se da la alternativa de conversión al que ofende y, aun dejando de lado a la religión, bastaría con apelar al mutuo respeto y tolerancia para la resolución de todo conflicto.


La dinámica del perdón es compleja. Si los salvadoreños hubiésemos perdonado no seguiríamos de duelo, lamiendo nuestras heridas de guerra en público. Persisten dolor y rencor porque fuimos ingenuos al creer que era suficiente un “perdón y olvido” por decreto. Las partes en contienda han fracasado en mostrar verdadera contrición por los graves daños que se causaron entre sí y a las inocentes víctimas del fuego cruzado. No bastó la tregua militar, más el resultado de la fatiga y la falta de recursos para seguir combatiendo que de una verdadera voluntad de conciliar. Hoy, el reto es hacer honor a nuestra realidad histórica: cada quien reconociendo sus faltas, pidiendo perdón con sincera humildad y, en la medida de lo humanamente posible, reparando los daños, con promesa firme de no repetir la injuria. Pero conceder el perdón no implica impunidad sino más bien un cese de hostilidad o de emociones negativas, es dar la espalda al odio y al rencor en aras de dar oportunidad a una resolución justa y apegada a derecho de todos los conflictos de nuestro pasado.


¿Quién será el árbitro que garantizará la reparación de afrentas, la rehabilitación de ofendidos y la restauración de la autoestima de todas las partes? Los Acuerdos de Paz fueron la base conceptual para tal proceso, pero no más que una plataforma de lanzamiento: Dos décadas después, aún sin armas en las manos, muchos salvadoreños siguen en pie de guerra, víctimas de estrés postraumático, enfrentados entre sí y matándose a recuerdos, en duelo interminable. Nadie muestra clemencia ni se quiere recordar que tampoco es apropiado o digno hacer escarnio de aquellos que estén dispuestos a aceptar culpa y pedir perdón: esto sería venganza… Y la venganza bloquea el acceso a la empatía y la compasión.


Nos falta recorrer un largo trecho para estar a la altura de estas expectativas, pero no somos los únicos que han pasado por transiciones penosas hacia la paz, desde la discordia hacia la reconciliación. Contamos, para no desmayar en el camino, con el ejemplo edificante de pueblos que ahora prosperan en democracia, de naciones reunificadas, de holocaustos irrepetibles gracias a la expansión de la conciencia histórica de los seres humanos.


Somos falibles y capaces de lastimar. El perdón es expresión máxima de humanidad y todos esperamos ser dignos de él, por lo que la reciprocidad es fundamental para convivir dignamente. Hasta el infame Amon Goeth pudo “perdonar” las vidas de un puñado de prisioneros inocentes. Hoy, hay esperanza que en las mentes y corazones de nuestros jóvenes salvadoreños haya espacio y talante propicios para un futuro de fraternidad y tolerancia, es vital educar sus emociones. Demos el primer paso, aunque duela, aunque la pérdida haya sido devastadora. Así ganaremos el respeto de todos, aún de aquellos que se hacen llamar nuestros rivales… o enemigos. 

Espero sus comentarios, amigos.

Hugo Villarroel Ábrego.