martes, 2 de abril de 2013



Amigos, dejo este editorial para su consideración.
con gran afecto,

hugo villarroel ábrego.


No queremos mártires


La Prensa Gráfica, 2 de Abril de 2013


Por Hugo Villarroel Ábrego

Todos sabían que era inocente, pero eso no era importante. Sus enemigos querían matarlo y estaban dispuestos a pagar un alto precio. Al final, solo fue necesario un modesto desembolso y hacer presión en ciertos círculos de poder. 

                            
Pero antes de matarlo debía ser desprestigiado, humillado, ridiculizado y definido como criminal de la más baja ralea, para sentar un precedente: No se toleraría que nadie cuestionara la autoridad y el poder de los fariseos, por lo que se montó un juicio burdamente arreglado y la vida de Jesús de Nazaret quedó a merced de aquellos hipócritas que tan bien había descrito nuestro Señor: sepulcros blanqueados repletos de inmundicia, soberbia y corrupción. Los había denunciado cara a cara, desnudando su falta de caridad, su amor por el lujo y el trato preferente... Pero ante el Sanedrín tergiversaron su mensaje, pusieron palabras en su boca, sacaron sus enseñanzas de contexto y presentaron testigos falsos. Jesús enfrentó a sus detractores con humilde sabiduría, conocedor de que ni el Hijo de Dios Vivo podía librarse de la maldad de los hombres. Dos mil años después, en un mundo de libertad de expresión, declaraciones de derechos humanos, salvaguardas jurídicas para los debidos procesos y garantías constitucionales, el drama más grande de todos los tiempos se escenifica de manera cotidiana, una y otra vez. Monseñor Óscar Arnulfo Romero también irritó a muchas personas, denunció injusticias e iniquidades, se defendió con humildad, supo vencer el temor natural a la muerte y a sabiendas que su martirio era inminente, igual a Cristo, obedeció a su conciencia y a la voluntad del Padre Eterno, entrando en la inmortalidad hace treinta y tres años.

Han sido muchos los héroes caídos, defensores de la no violencia, de la reconciliación, de la resistencia pacífica ante los opresores... Mahatma Gandhi y Martin Luther King hacen presencia inmediata en nuestra memoria. El pensamiento humano evoluciona, las ciencias sociales y naturales se perfeccionan, la técnica ha domeñado gran parte del mundo natural y el ser humano se enseñorea de ese mismo mundo... Pero a nadie se le escapa que todos los días, en todas las latitudes, amparados en la impunidad del poder, enmarañados en una red de influencias y favores inconfesos, los mismos desalmados de siempre van a la caza de los campeones de la verdad y de los defensores de los humildes, de los desamparados, de los que no tienen voz. Muchos dan ejemplo de digno desempeño y noble corazón, legislan con bondad, juzgan sin parcialidad, hacen su trabajo con amor y humilde entrega, me consta, conozca muchos de ellos, honestos y decentes. Pero hay otros que medran en las tinieblas y, como lo dice Roger Waters: “Operan las oscuras y satánicas maquinarias que fabrican el infierno en la tierra”. ¿Por qué? Porque hay intereses inconfesables que escapan a la comprensión de los ciudadanos comunes y corrientes, como el que escribe. Afilan sus guillotinas para decapitar a todo aquel que exhiba los peligrosos síntomas que activan todas las alarmas: El buen pastor que apacienta sus ovejas, el justo juez que lucha por dar credibilidad al sistema, el político visionario que sueña con una sociedad menos hostil para con los humildes. Como dijo Cristo a Simón Pedro: “Mira que Satanás ha pedido permiso para sacudirlos a ustedes como trigo que se limpia”. El justo seguirá siendo probado frente al mal, hasta el fin de los tiempos.

Salvadoreños: justos e injustos somos todos hermanos. Haya perdón entre nosotros. Construyamos un país de personas inocentes, con espacio digno para todos, espacio quizá pequeño, quizá pobre, pero en el que no se requiera de mártires, nunca más.