martes, 13 de julio de 2010

Amigos y amigas:

El 14 de julio se celebra en El Salvador el día del Médico. También es el día en que se conmemora la toma de la Bastilla, durante la Revolución Francesa. En un 14 de julio, pero de 1933, los nazis se consolidaban como partido único en Alemania. Argentina se rindió ante los ingleses en esa misma fecha, dando fin a la guerra de las Malvinas. Nuestra humilde fiesta local, poco conocida aún en El Salvador, da espacio para que al menos los colegas se saluden entre sí, intercambien (con suerte) algún regalo y puedan degustar una rica cena con sus familiares. Durante ese día muchos médicos trabajarán muy motivados. Otros quizá no sean tan entusiastas... y no les falta razón.




Ser médico en El Salvador no es tarea fácil. Muchos médicos salvadoreños sobreviven con sueldos miserables y pasan, literalmente, hambre y necesidad. Otros ni siquiera tienen una plaza fija con sueldo y trabajan en cualquier cosa para seguir tirando. Aquellos afortunados que pueden optar a un postgrado mantienen viva la esperanza de un día vivir dignamente de su profesión... Muchos lograrán un diploma, que no es en sí mismo un pasaporte al éxito, éxito que para el médico de vocación no implica tan solo ganar dinero. Médicos talentosos no encuentran un nicho laboral, no tienen un padrino que les despeje el camino de obstáculos, carecen de recursos propios que les permitan lanzarse sin temor al competitivo mundo de la medicina privada. Aún aquellos que puedan darse el lujo de tener una clínica bien equipada en una zona rentable, deben hacer esfuerzos para captar, cautivar y mantener una clientela que cada día espera y exige más de ellos. No basta dejar la vida de lado para cursar estudios extensos y profundos... no basta que los estudiantes y médicos jóvenes sean sometidos a deplorables condiciones de trabajo con jornadas inhumanas en cuanto a duración y carga de trabajo... no bastan los maltratos, pan de cada día del estudiante de medicina: visto como nada por los médicos ya graduados y tutores, considerado "aprendiz" por el público usuario en los hospitales escuela. Se debe ser amable, estar bien presentado, ser gentil, compasivo, inteligente, suspicaz, hábil para la abstracción, diestro en la ejecución manual. El médico debe estar actualizado: se espera de él que lea textos, asista a congresos, que esté al día con los últimos avances y retrocesos de la ciencia... Pero además debe ser "correcto": los médicos nunca se enferman, no comen, no duermen, no tienen horario, no tienen privacidad, no tienen una vida personal.

Y la mayoría no se queja. Se bromea al respecto, pero la inmensa mayoría de médicos y médicas se siente orgulloso(a) de su profesión y de la lucha cotidiana que llamamos "ejercicio clínico". De alguna manera, a veces con el orgullo maltrecho y la autoestima a media asta, cada día se presentan a desempeñar lo que muchos llaman trabajo, lo que otros llaman "apostolado". Ninguno de ellos pide ser visto como un vicediós o como habitante del Olimpo, aunque en décadas pretéritas el prestigio público de la Medicina parecía rozar, ante los ojos del pueblo humilde, tales niveles. Se quiere vivir. Con dignidad. Con derecho a ser feliz, a sentirse realizado. No se pide ni se necesita otra cosa.

Saludos a todos los médicos de El Salvador, en su día. Que Dios Todopoderoso nos llene de sabiduría y amor, que no desmayemos en la lucha por perfeccionarnos a través del estudio y la investigación: tanto de los libros de ciencia como de la Palabra de Dios.

Hasta la vista.


2 comentarios:

  1. Anónimo7:54 p. m.

    Felicidades en este día a vos! No sabía que hoy es el día del médico en tu país

    Hago extensivo este saludo a todos los médicos de El Salvador que con su trabajo y entrega honran su profesión

    Leonor Aguilar

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  2. Buena descripción, pero sabés que en algunos casos lo triste es no poder servir aun teniendo la voluntad y la capacidad. En realidad somos una especie muy heterogénea, pero me consta que fuera de las taras individuales hay una recompensa emocional y espiritual en ser auxilio, consuelo y a veces tan sólo compañía del que sufre. Es Dios que nos dice que no necesitamos reconocimiento más que el de decir: "siervos inútiles somos porque lo que teníamos que hacer hicimos", pero igual que bien se siente hacer el trabajo inútil que Dios nos dio.
    Porque al fin como dijo Paracelso, los doctorados los da la universidad, pero el ser médico sólo Dios lo da.

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