El gran circo del mundo.
Claudio Reyes Altamirano, actor y humorista chileno, modelo para la portada de mi libro "Bienvenidos a mi Circo". Fotografía de mi hijo, Lic. Eduardo Alonso Villarroel, a.k.a Qualia.
El año 2018 publiqué la compilación de cuentos que titulé "Bienvenidos a mi Circo", con el apoyo de Masferrer Editores. Estos cuentos ya habían aparecido esporádicamente en este blog, así como en el sitio web de LetrA-Z, un portal literario que siempre apoyó con entusiasmo mis iniciativas. Al momento se distribuyen ejemplares de la primera reimpresión y sigo recibiendo, con deleite, los comentarios de los lectores.
Es mi intención revitalizar este blog, injustamente olvidado. Me haré el propósito de escribir más y mejor, para transmitir el incesante flujo de ideas y el diálogo interno entre Hugo el médico y Hugo el escritor. Algo de circense hay en este diálogo que a veces importuna mis noches, porque enciende mi fantasía, como de niño me pasaba, en la penumbra del espectáculo.
Les transcribo el prólogo de mi libro:
El
circo nace, quizá, antes que la palabra misma… Imagino a los primitivos
homínidos haciendo monerías frente a la fogata, resguardados en cavernas, en un
intento por aligerar el dolor y la fatiga, el miedo a las bestias, el hambre y
el rigor del clima. La risa es escapismo, delusión, una salida tangencial de la
realidad, por lo que hay algo de redención en la búsqueda de lo insólito y lo
chocarrero, en dejarse embaucar por magias a sabiendas imposibles. Tanto como
el pan de cada día, requerimos de esa cuota de locura que tan solo en el circo
es lícita, tolerada y hasta alentada.
Cada
ser humano se reviste de símbolos, actitudes y maneras que lo hacen único: crea
una persona o, más bien, un personaje. Tiene una historia que vivir y que
contar, una historia que va escribiendo al paso: un guión que puede ser
interesante y cautivador, pero más de las veces resulta anodino; rara vez
asistimos al nacimiento de héroes, con signo casi siempre trágico. Bajo las
luces, nuestras vidas se tornan circenses: al son de fanfarrias se hacen saltos
mortales sin red, contorsiones, juegos malabares; se lucha contra fieras pero
también hay cómicas riñas entre payasos. Con o sin aplausos, la función sigue
hasta que el último reflector se extingue, hasta que el compás postrero de la
banda deja de resonar en la atmósfera, que poco a poco se disuelve en el vacío.
Los
cuentos aquí publicados hablan de esas historias, de esos combates cotidianos.
Al quitar las pelucas y las narices rojas, al lavar el maquillaje, ya de frente
al espejo, queda el alma desnuda y desvalida, pero auténtica, valiente y
humilde. Fuera del personaje, el ser humano se convierte, se redime y encuentra
su salvación, tras bambalinas, sin testigos ni público. Ese es el circo del que
habla el título de esta compilación, no tanto un lugar de risas y barullo… Cada
acto, cada espectáculo invita a reflexionar, a la introspección, a la búsqueda
de algo que solíamos llamar compasión, rara especie en estos tiempos de
satisfacción automática y recompensa mal habida.
Este
circo es mío y de todos los lectores. Quiero agradecer a las siguientes
personas:
Silvia
Yanira Martínez de Villarroel, mi esposa, por sus consejos y paciente revisión
de textos.
Eduardo
Villarroel Martínez, mi hijo, por aportar un cuento de su autoría a esta
colección: “Tequila y dulces para morir”; agradecimiento adicional por su
artístico trabajo de fotografía para la portada.
Mónica
Alejandra Villarroel Martínez, mi hija, por su paciente ternura y constante
apoyo.
Dr.
César Augusto Calderón, rector de la Universidad Salvadoreña “Alberto
Masferrer” amigo íntimo y consejero, quien siempre apoyó este proyecto,
patrocinándolo para hacerlo realidad.
Profesor
Carlos Alberto Saz, porque puso sus conocimientos al servicio de este texto,
velando por el correcto uso de la lengua española.
Para
el actor y humorista chileno Claudio Reyes Altamirano, modelo de la portada,
quien supo interpretar a la perfección toda la socarronería pero a la vez toda
la buena intención del autor.
Quedan
estos cuentos a disposición de los lectores. Como todo en mi vida, no hay aquí
nada escrito que tenga la intención de dañar: es mi mayor deseo ser el mejor de
los prójimos, servir a manos llenas y sin medida.
Finalmente la nota de prensa del día de su presentación, en Diario El Mundo, por mi sobrina querida, Gabriela Villarroel.
Hasta pronto, amigos.