viernes, 9 de abril de 2021

 

Anticiencia: De cómo engañar a las masas.


Las generaciones que estamos soportando los embates de la primera pandemia infecciosa del siglo XXI sufrimos no solo del caos generado por la distribución rampante y salvaje del nuevo coronavirus-19, con su caudal de dolor, aislamiento, miseria, discapacidad y muerte: también somos víctimas de otra oleada igualmente nociva: la desinformación, la más de las veces maliciosa, con fines inconfensables.

Personas antisistema y anarquistas, de aquellas que quieren ver el mundo en llamas, han habido y habrán, hoy y siempre... la libertad de expresión garantiza su derecho a opinar, a menudo de maneras que retan a nuestros sistemas de valores y las leyes en vigencia y, por lo tanto, el que haya derecho a expresarse no implica que todo lo que digamos quedará impune. Calumnias, rumores potencialmente difamatorios, injurias, todas estas afrentas al bien común deberán ser, eventualmente sancionadas... Pero en el ámbito de las ciencias enfrentamos un nuevo nivel de absurdo: Legos opinando de ciencia, personas sin entrenamiento científico o médico pontificando sobre epidemias, pandemias, COVID-19, vacunas, tratamientos. Como si no fuese suficiente malo este abuso, algunos médicos y otros especialistas de las ciencias de la salud, se dan a la tarea de liberar documentos, vídeos y toda clase de manifiestos que, disfrazados de ciencia de calidad, solo contribuyen al caos general haciendo deducciones tendenciosas, siguiendo agendas para nosotros maliciosas. Hablan ampulosamente de sus títulos y acreditaciones, para barnizarse de autoridad, deslizan conceptos de todos conocidos para hacer sentir a sus audiencias que están recibiendo material de altos quilates y, en giros inesperados, luego deslizan sus conceptos, equívocos, alarmistas, efectistas... Esto es tan anticientífico como el pensamiento de los terraplanistas, como leer el futuro en las cartas del Tarot o la creencia de los antiguamente llamados "médicos invisibles".

Quiero hacer un llamado a todos: Escuchen a los verdaderos líderes de opinión. No se dejen seducir por estos farsantes que aprovechan al amplia difusión que garantizan las redes sociales para despotricar sobre las vacunas, sobre las mascarillas y el distanciamiento social. Desconfíen de las verdades dogmáticas que estos mercaderes del miedo quieren ofrecer, aparentemente de modo desinteresado y sin provecho... 

Parece que necesitamos vacunas no solo para neutralizar a los virus... sino también contra la estulticia y malevolencia de estos profetas del desastre.

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