martes, 29 de junio de 2010

Hay una canción de Pink Floyd que me gusta mucho, a pesar que tiene tonadilla comercial. Se llama "Coming back to life", es decir, "De regreso a la vida". Un día de estos tomé una fotografía de un electrocardiograma que me impactó y la subí a Flickr, la titulé con el mismo nombre de la canción. La "posteo" en este espacio para ustedes, junto con algunas reflexiones sobre el título.



Vivimos la vida al ritmo de las exigencias de la sociedad en que estamos insertados. Este ritmo, a veces sincopado, por momentos frenético, rara vez conoce de descanso. Nos hace falta tiempo de sueño profundo y reparador, necesitamos tiempo para jugar, para leer, para meditar, para simplemente perderlo, sin sentirse culpables por ello. De repente, como invitada indeseable, nos puede sorprender el enfrentarnos a una enfermedad grave, con riesgo de desaparición física... O la sociedad puede ser testigo indiferente de cómo, impulsados por los instintos, podemos caer en falta, en pecado, en errores lamentables... Todo lo ganado se puede perder, en un instante. Pero la contraparte también es cierta: con decisiones justas y correctas, con coraje y sin medias tintas podemos decidir regresar a la vida que queremos. Dios es el aliado más grande que permite que esa milagrosa conversión sea una realidad en un mundo sobrepoblado de escépticos. No hay que tener miedo, no hay que ceder ante presiones indebidas. Nuestra meta es ser felices haciendo felices a otros, ser buenos haciendo cosas buenas a otros. No son principios gastados o ingenuos: la realidad que todos necesitamos, un mundo más bondadoso y amoroso, eso solo puede construirse desde la base misma de la sociedad, el corazón de cada uno de nosotros. Mi invitación es: volvamos a la vida todos los días, porque vale la pena vivir y ser felices.

Hasta pronto, amigos míos.